Todos llevamos un chamán dentro. Generaciones y generaciones han pasado desde que los primeros seres humanos abriesen la puerta de lo desconocido, de lo místico y en definitiva de lo trascendental, e intentarán describirlo con todo tipo de mitos.
Los chamanes, como privilegiados del grupo y tocados por ese algo intangible, se encontraron de bruces con la capacidad de romper las fronteras de lo terrenal, trayendo consigo las experiencias de lo divino, para volver y mostrárselas al grupo. Sirviéndose de danzas, ayunos y sustancias de todo tipo, el camino de ida y de vuelta se les hacía más fácilmente visible. Pero falta un elemento, la música, fundamental en todo este peregrinaje hacia la profundidad de la psique humana.
Probablemente, todas las personas saben que músicas les dan energía, melancolía, ganas de bailar... Pero, ¿Qué música y que prácticas hacen que reviva ese yo que tan lejano nos parece por la distancia del tiempo? ¿Qué revive nuestro chamán capaz de abrirse paso por los caminos más espesos?
Una pequeña confesión, la mía se llama "Atom Heart Mother".
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