viernes, 5 de noviembre de 2021

Uvas con queso saben a verso

Como colofón a este maravilloso blog, voy a tratar un tema delicado. ¿Cuál será mi aportación educativa?, ¿En qué podrá ayudar y enriquecer a mis futuros alumnos?

Honestamente, no tengo ni la menor idea, atisbo algo, pero vete tú a saber que será. 

Creo que ya lo he dicho alguna vez en un post. Tengo grandes pecados. Peco de una pobre planificación a largo plazo, peco de tener una escasa capacidad para visualizarme en el futuro; y en caso de conseguir esto último, rara vez me satisface. Peco de poliedrismo, tan satisfactorio en unas ocasiones como frustante en otras. Ya he comentado lo satisfactorio de esta faceta polifacética. Ahora toca comentar algunas cosas negativas. Me he pasado toda la vida amando tanta cosas que cuando he tenido que ir acotando mis espacios de interés, en lugar de alegrarme por las puertas que he mantenido abiertas me he martirizado por las ventanas que he ido cerrando.

Odio la especialización, primer paso de la cosificación. Odio las anteojeras de caballo, esas que sirven para que uno no se desvíe del surco marcado. Asumo que tengo que adaptarme, que no puedo caminar por dos caminos al mismo tiempo, y que tarde o temprano, tendré que elegir uno de todos los caminos atractivos que se me abren. Resignado cogeré un camino, pero no quiero llevar anteojeras que me impidan ver el paisaje que me rodea. No quiero que me impida ver con el rabillo del ojo aquellos caminos que podré recorrer con la mirada pero no con los pies. No quiero un solo camino en la vida, por muy bien trazado que esté o por muy cómodo que sea caminarlo. 

Así que sí, me da miedo ese momento en el que tenga que optar por un camino. El camino de la educación es un buen camino. Le custodian todo tipo de factores que me resultan atractivos: socialización, aprendizaje, dinamismo... Pero no quiero llevar anteojeras. 

Dicho esto, parecería que lo mejor que puedo hacer es saltar en marcha, rodar por el suelo y huir, pero no. Afrontaré mis pecados y mientras dure en el camino de la educación, intentaré dejarme las horas en recorrerlo productivamente. Ofreceré atención y cariño; y espacio y seriedad cuando sea necesario. No faltará por supuesto la curiosidad y el juego, ya que son los dos ingredientes que a mí en particular, me han hecho encontrar la alegría en el aprendizaje y el descubrimiento. 

Una última confesión: no pudo prometer que no abandone en un momento dado el camino. Dicho esto, hasta pronto. 

Perdóname, Xoán, que he pecado.

3 comentarios:

  1. Daniiii,

    Tras leer tu post, me apetece aconsejarte, desde mi pequeña experiencia, porque me caes genial:Te diré que el camino se abre más tras haber recorrido la senda de las prácticas, días de alegría y de motivación que te harán más fácil tu futura decisión.

    Un besito y espero que te sirva el consejo,
    Sara

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    1. Coincido con Sara en que el camino puede ser tan estrecho o tan ancho como desees, y que muchas veces escoger un camino no quiere decir que no quepan en el muchas otras cosas, te deseo un buen y largo camino!

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