Existen a día de hoy trastornos que adquieren una presencia especial. Tras la pandemia de la COVID-19, el resentimiento de la salud mental en la población general es una realidad. Ansiedad y depresión son palabras cada vez más repetidas en conversaciones cotidianas de amigos y familias de todo estrato social.
El manual DSM-V supone una guía fundamental a la hora de estructurar todo tipo de diagnósticos relacionados con la salud mental. Este manual aporta una serie de rasgos que vendrían a definir los trastornos depresivos; a su vez, según la frecuencia y simultaneidad de estos rasgos o síntomas, se viene a clasificar la severidad del trastorno depresivo.
Algunos de esos rasgos o síntomas son los siguientes:
- Hipersomnia o insomnio la mayor parte de los días.
- Sensación de fatiga y pérdida de energía continuada.
- Disminución importante de la sensación de placer y satisfacción por casi o todas las actividades del día a día, durante la mayor parte del tiempo.
- Pérdida o ganancia considerable de peso (alrededor de una variación del 5% en un mes), o aumento/disminución considerable del apetito.
- Sentimientos persistentes de inutilidad y culpabilidad en referencia al padecimiento del propio trastorno y demás circunstancias.
- Descenso claro de la capacidad de concentración y el rendimiento.
Si bien esto supone una vista general del cada vez más frecuente trastorno depresivo, todos tenemos recuerdos o bien convivimos, con personas que atraviesan estos síntomas sin necesidad de sufrir o estar diagnosticados con un trastorno depresivo. Ahora bien, cuando la persistencia de esta sintomatología en un individuo (pudiendo ser algunos de los síntomas más intensos y frecuentes que otros) es clara hasta el punto de establecer un diagnóstico que considere a esa persona con un trastorno depresivo, las alteraciones que esto puede producir en sus actividades diarias son palpables.
De una forma especial, afectan a aquellas personas jóvenes que se enfrentan a los cruciales últimos años del desempeño académico, o a sus primeros desafíos en el mundo laboral. En el ámbito escolar, los trastornos depresivos resultan un gran impedimento para el alumno, impidiéndole desarrollarse de forma óptima tanto en su faceta académico-curricular, como en la socio-afectiva.
Los trastornos depresivos suelen dificultar la sociabilidad de la persona, especialmente cuando sus conductas y actitudes son incomprendidas por sus iguales, los cuales desde la incomprensión, pueden llegar a rechazar al individuo que sufre dicho trastorno por muchas razones. Por desgracia, aunque cada vez con menor frecuencia a mi parecer, sigue habiendo casos en los que, aún siendo conocido por el entorno de iguales que el individuo sufre un trastorno depresivo, se producen burlas y marginaciones conscientes hacia el depresivo. Esto no puede más que agravar la situación de la persona enferma.
La vertiente académica, experimenta un resentimiento que puede verse aliviado o perjudicado por la situación social del enfermo en la escuela y fuera de ella. Sea como fuere, rasgos clásicos del trastorno depresivo como son la pérdida de sensación de placer, la sensación de inutilidad, la disminución de la atención o la sensación fatiga continuada, no hacen más que poner trabas ya no solo al desempeño mismo de las tareas, sino a la propia intención de la persona por planificarlas y ya más tarde, ejecutarlas. Siendo esto así, el principal problema al que se enfrenta un alumno que padece un trastorno es a la carencia de motivación.
Desde la perspectiva del centro, el abordaje de alumnos con trastornos depresivos, es como poco complejo. Si bien la tarea fundamental del tratamiento no debe ni puede recaer en el centro escolar; este, por ser un espacio social e intelectual en el que el alumno pasa gran parte de su día a día, debe asumir su parte de responsabilidad en el tratamiento de un alumno con estas características. No debería de olvidar el centro la faceta socioafectiva, a mayores de la académica, a la hora de trabajar el correcto acoplamiento del alumno con trastorno depresivo, al resto de sus iguales.
Complejo y duro, muy duro. Detectar indicios de trastornos depresivos lo antes posible es importantísimo, aunque tb puede ser complicado, sobre todo en jóvenes
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